Este artículo fue originalmente publicado por Visión Liberal: https://visionliberal.com.ar/espana-comenzara-a-cobrar-peaje-mas-impuestos-menos-libertades/
“El Estado opera en un vacío legal.
No existe ningún
contrato en el Estado y sus ciudadanos”
Hans-Hermann Hoppe
España está sufriendo de forma
severa los efectos del COVID-19, y es que, pese a que cada vez estamos más
cerca de la inmunidad gracias a las vacunas, tenemos otro gran virus dentro de
nuestro país y se llama socialismo. Actualmente España sufre una tasa de
paro superior al 15%, sin contar los miles de personas que están en ERTES
(Expediente Temporal de Regulación de Empleo), y con una deuda pública en
máximos históricos. A pesar de todo esto, el actual Gobierno tiene en mente una
nueva subida de impuestos. Tras el mantra “lo pagarán los ricos”, bajamos a la
realidad, y vemos cómo finalmente, es la clase media quien asume el mayor coste
de la pésima gestión política.
El último caso que hace alzar la
voz a los españoles es la decisión del Gobierno socialista de instalar
peajes en la red de carreteras de alta capacidad y no descartan que se
extienda a las vías convencionales. En un primer momento, podríamos pensar que
es algo positivo, ya que se produciría un transvase de poder desde el sector
público hacía el privado, por lo que conllevaría una mejor gestión y un menor
coste para el contribuyente. ¿Dónde se encuentra el problema? En que en ningún
caso el Gobierno prevé compensar al contribuyente por este transvase, por lo
que van a imponer a través de la fuerza (arma dominante en el socialismo) una
doble imposición, ya que parte de nuestros impuestos ya van destinados a la
conservación de la red de carreteras.
El problema es la visión
paternalista que tenemos del Estado, ya que nos han inculcado que tiene la
obligación de suministrar todos los servicios básicos. Hasta ahora, nos parecía
que era impensable que desde el Gobierno nos dijeran que era insostenible el
mantenimiento de las carreteras.
Ya en el siglo XIX el 25% de las
105.000 millas de carreteras que había en Gran Bretaña eran privadas, y su uso
era a través de peajes1. Otro ejemplo es el Eurotúnel Reino Unido-Francia a
través del Canal de la Mancha, construido y financiado a través de emisiones de
acciones y bonos por parte de un consorcio de empresas privadas, sin recibir un
solo euro en subvenciones2.
Ya que han abierto la veda en la
famosa frase de “el que usa paga”, debemos extrapolarlo a todo; por ejemplo, la
televisión pública de España (TVE) cerró 2019 con pérdidas de 29 millones de
euros, que subieron hasta los 50 millones de euros al cierre de 2020, mientras
que el gasto en personal supone el 42% del presupuesto según fuentes oficiales,
lo que le hace triplicar en comparación a las emisoras privadas, sin olvidar que
actualmente están a la cola en cuanto a audiencia se refiere. ¿Qué nos lleva
todo esto? A que el contribuyente también quiere decidir si deseamos mantener
este agujero negro en el presupuesto o no, queremos que se aplique también “el
que usa paga”. En España estamos hartos de ser saqueados de forma sistemática
por los políticos.
Otro caso que también sufrimos es
el CIS (Centro de Investigación Sociológica), un organismo público con un
presupuesto que en 2020 era de 8,05 millones de euros, y que el Gobierno actual
ha aumentado un 13,2% hasta superar la barrera de los 9 millones de euros. ¿Por
qué me refiero en esta ocasión a este organismo? Tras las elecciones en la
Comunidad de Madrid, donde días previos el presidente del CIS insultó a los
votantes del PP (Partido Popular) llamándoles “Tabernarios”, le otorgaba unos
pésimos resultados y en cambio unos magníficos resultados al PSOE (Partido
Socialista Obrero Español). ¿Qué creen que ocurrió? Pues, todo lo contrario,
una debacle socialista en mínimos históricos y prácticamente la mayoría
absoluta en el bando popular. Lo que ha demostrado todo esto, es que los
organismos públicos le deben sumisión al jefe y el problema es que esa sumisión
acarrea unos costes desorbitados que todos los contribuyentes debemos asumir.
En definitiva, estamos ante un
nuevo atropello por parte de las instituciones públicas. El famoso “Estado
del bienestar” o como dice el periodista Manuel Llamas: “El Bienestar del Estado”,
no ha hecho más que contribuir al desconocimiento por parte del contribuyente
de cuáles son los costes reales de los servicios que nos prestan desde la
administración. Han acostumbrado al individuo a que todo es “gratis”, y
ha quedado evidenciado que esto no es así. Vivimos en una inmensa burbuja de
gasto público y despilfarro que no hace más que distorsionar la decisión del
individuo, en última instancia, a la hora de gestionar su vida. Parece que tras
el COVID-19, el sujeto comienza a despertar y a descubrir que el Estado no
es necesario para nuestras vidas, más bien es una piedra en nuestro camino que
se nutre del esfuerzo duro del contribuyente.
Alonso Gómez
BIBLIOGRAFIA
1 Ramon Rallo, Juan, (2014), Una revolución
liberal para España, ed.2014, Barcelona, Deusto
2 Ramon Rallo, Juan, (2014), Una revolución
liberal para España, ed.2014, Barcelona, Deusto